Hemos caído en la trampa de creer que estar solos es algo malo; lo asociamos con sentirnos poco queridos, con no ser suficientes, con no tener amigos o con no tener nada qué hacer. Se nos ha olvidado disfrutar de la soledad.
Aprender a estar solos es el mayor regalo que nos podemos dar, porque en ese proceso nos conocemos profundamente, conectamos con nuestra esencia divina y empezamos a construir relaciones desde la sabiduría de la soledad y no desde la ausencia de compañía.
El mundo se mueve tan rápido, estamos siempre tan conectados y disponibles, que se nos olvida estar solos y cuando tenemos que estarlo (sin celular o sin nada que hacer), entramos en crisis. Hemos aprendido a conectar con el mundo y en ese proceso nos hemos desconectado de nosotros mismos.
Aquí te dejo algunos tips para que disfrutes y aprendas a estar solo:
- Acepta que estar solo es un regalo que te das a ti mismo.
- Usa el tiempo de soledad para reflexionar y conectar con lo más profundo de tu ser.
- En tus momentos de soledad, haz cosas que te gustan (por ti y para ti).
- Si estás solo no importa…¡Elige ser feliz!
- Usa tu tiempo a solas para aprender algo que siempre has querido, para leer ese libro que te recomendaron, o simplemente para descansar. Es tu tiempo, tu regalo y tú decides qué hacer con el.
- No te enganches con el qué dirán o con la idea de que estar solo es algo malo, disfruta el momento y vive el presente.
- Confía en que todo es como debe ser.
- Recuerda: nunca estás solo, ¡Siempre te tienes a tí mismo!
Anímate a vivir todas las cosas mágicas que puedes hacer estando solo, no temas. Cuando descubras que tu compañía es sagrada e increíble, vas a empezar a querer, cada vez más, tener espacios para ti, para conectarte con tu soledad y tu esencia divina. Vas a entender la soledad como un regalo mágico que hace parte de vivir en armonía.